EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

domingo, abril 29, 2018

La ruta de la tartanilla 24 04 2018

Esta semana Pedro García Macías, Juan Hernán y Gloria Cantero Martínez,  repasan lo sucedido en Sevilla, a lo que en su tiempo se llamó "Feria de Abril" y que ahora ha caído a nivel de plaza de talanquera con síndrome de indultitis. 

domingo, abril 22, 2018

"EL PASE DE LA ALEVOSÍA" (ALFONSO NAVALÓN)

"...la gran verdad del derechazo o el natural consiste en "dejarse ver" y esto hay que hacerlo citando con holgura, cuanto más lejos mayor mérito. Entonces, cuando el toro se arranca limpio, hay que adelantar la muleta y "traerlo". Esos dos metros que separan al toro de las piernas del torero hay que "recorrerlos" con mando cabal y con riesgo constante, porque al adelantar la pierna contraria quedan las ingles a merced del pitón. Y entonces surge la entrega grandiosa del valor al servicio del arte."
  "EL PASE DE LA ALEVOSÍA"
"Ahí tenéis dos derechazos de un principiante. Uno bueno y otro malo. Uno siguiendo las normas del bien torear, y otro, atropellándolas para degenerar en una antiestética ventaja. 
Los principiantes copian a los toreros famosos. Hay ahora muy poco donde copiar lo bueno. En cambio, hay muchas figuras del toreo que torean rematadamente mal. Porque ponerse de perfil, dejar la pierna contraria atrasada y meter el pico de la muleta no puede llamarse torear. Eso es torear a medias. Abusar de la trampa por falta de vergüenza artística para afrontar el riesgo puede admitirse en una tarde de desgana, pero jamás como norma cotidiana en la carrera de un torero.
Ese derechazo visto de espalda podría firmarlo cualquier matador de ahora. Lo hemos visto reproducido hasta la saciedad en las informaciones gráficas de todas las ferias desde hace más de diez años. Es el pase de la “visagra desarticulada”, de las piernas rígidas. Es el pase de coger los toros cerca y llevarlos lejos. ¡Hay que ver la tinta que se lleva derramada sobre esto de "llevar los toros lejos”¡ ¡Hay que ver lo que se han cantado los "pases largos"¡ ¡Hay que ver cómo hemos picado en el anzuelo…¡ 
Porque lo importante no es "llevar los toros", ¡sino "traerlos"! Por mucho mérito que quieran concederle a "llevarlos" lejos, no debemos olvidar que cuando un torero se coloca cerca y está sin "adelantar" la muleta acaba de robarle al pase la parte más difícil y más meritoria. Porque la gran verdad del derechazo o el natural consiste en "dejarse ver" y esto hay que hacerlo citando con holgura, cuanto más lejos mayor mérito. Entonces, cuando el toro se arranca limpio, hay que adelantar la muleta y "traerlo". Esos dos metros que separan al toro de las piernas del torero hay que "recorrerlos" con mando cabal y con riesgo constante, porque al adelantar la pierna contraria quedan las ingles a merced del pitón. Y entonces surge la entrega grandiosa del valor al servicio del arte. 
Desde el momento que se pone la cadera casi en la pala y sale el "arvo" del brazo (prolongado por el pico de la muleta oblicua) a recoger la embestida, el pase, por muy largo que sea, será sólo un medio pase al que deliberadamente se le ha escamoteado todo el peligro de aguantar y someter al toro cuando el diestro le enseña el medio pechó en vez de la cadera. 
Yo no dudo en calificar el derechazo perfilero como el "pase de la alevosía", porque la alevosía es una agravante (¡vaya "perra jurídica" que he cogido últimamente!) en la que el delincuente trata de asegurar la agresión eludiendo toda posible defensa del agredido. Cuando el torero cita desde la pala del pitón o desde la tabla del cuello, me recuerda al individuo que se esconde detrás de una puerta para apuñalar a su víctima. Porque eso es el "pase perfilero": una puñalada alevosa a la verdad monda y lironda de dar el pecho y respetar las distancias. El torero perfilero se esconde "detrás del viaje" quedando fuera de la jurisdicción agresiva del toro. 
Ya dije que estos dos pases pertenecen a un principiante. No voy a ocultar el nombre porque junto a la censura vendía el elogio: Andrés Duque, químico metalúrgico en ciernes, que deja los libros para vestirse de luces. Estas dos fotografías corresponden a su segunda novillada vestido de luces en la Plaza de Bilbao. Andrés Duque, aprendiz de figura, aparece en una copiando a las figuras taquilleras, es decir, dando el "pase de la alevosía", pero en la otra está toreando: al menos lo intenta. En ese otro derechazo de la foto pequeña, el muchacho apunta el toreo verdadero. El novillo se arrancó fuerte y lo lleva toreado en el centro de la muleta y además hay clasicismo en la figura. Hay armonía de piernas con la derecha adelantada y el talón izquierdo levemente levantado. Es un derechazo que para firmarlo un gran torero sólo le falta estar un poco más de frente, pero por algo se empieza. 
Me complace recoger estos dos momentos de un soñador del toreo. Porque ahí, a dos pasos, está él Año Nuevo. Tiempo de rectificar. Fecha para tratar todos de ser un poco mejores. 
A nosotros nos gustaría escribir bien de los toreros muchas veces, pero nos tienen que dar motivos. No venimos a la Fiesta para quitarles el pan a los valientes, pero tampoco para jalear las faenas basadas en el ventajismo. Desde "Cara y Cruz" felicito fraternalmente a todos los hombres que se visten de luces. Agradezco estas tarjetas que llegan a la Redacción y deseo para todos un 1965 lleno de prosperidad. Pero los cronistas tenemos el deber de servir a la Fiesta y al público por encima de todo, a la pureza del arte de torear. Y como cronista estaré en desacuerdo con todos los que vengan a los ruedos practicando el "pase de la alevosía.”                                                                                   
                                                                                                                                                           Alfonso NAVALÓN
Fuente: Columna "Cara y Cruz" del Semanario gráfico de los toros El Ruedo. Nº 1071. Madrid, 29 diciembre 1964. AÑO XXI.

domingo, abril 15, 2018

La Ruta de la Tartanilla: 10-04-2018

Impostergable una semana más  con las reflexiones del maestro de maestros Pedro Garcia Macias, la pildora de Enrique Martín Muñoz, nos tomamos un café con Domingo Fernández Málaga (Costillares) y la coherencia e integridad  de  Juan Hernández Sánchez (Toni) 
La Ruta de la Tartanilla: 03-04-2018
                                        

viernes, abril 13, 2018

A 16 AÑOS DE LA PARTIDA DE JOAQUÍN VIDAL, EL HOMBRE QUE ESCRIBIÓ LOS TOROS

“Sus lectores lo hemos sabido siempre: la figura de Joaquín Vidal trascendía el mundo taurino para adentrarse en el terreno de la creación literaria. La legión de seguidores, muchos de ellos ajenos a la Fiesta, que tenían sus escritos así lo atestigua. Una riqueza expresiva deslumbrante, el uso de la ironía, el manejo de un vocabulario a la vez ajeno e inventado son las características de la maestría y versatilidad de la obra de Joaquín Vidal.” *

LA CRÍTICA A LA INTEMPERIE
Ahora que el periodismo es sólo el edulcorado sinónimo con que se emboza el lenocinio, y sus perpetradores los engolados golfantes que no salen de casa sin un título sobre el que poder erigir su mediocridad, es cuando más echo de menos a esos narradores residuales para los que las reuniones de sociedad son sólo el proscenio de una mentira sin Literatura.
Ahora que tanto se nos aturde con premios, conferencias, tertulias, asambleas, concilios, congresos, corporaciones y hermandades, más necesaria se me hace la cansada prosa del descreído, del proscrito, del bendito maldito que se mea en las puertas de las academias.
Vivimos instalados en un bucle fecal donde los abrazos suenan a palmatoria y cada mano abierta sobre una espalda esconde la ausencia por donde repta la sombra de un cuchillo. Plácemes y parabienes son sólo la impedida expresión de una doblez por donde el individuo invierte el escaso rédito de una dignidad ulcerada. Esos conciliábulos sociales en los que el petardeo más veleidoso y superficial se achampaña para sonreír ante la castrada cámara de un becario, son el más evidente trasunto de la cochambre que cuelga de un tendedero.
Y en esto es perito el Toro.
Me sumerjo entonces en las hemerotecas al calor de una prosa encendida, al arrimo de un estilete lúcido, al amparo de una literatura oxigenada. Y allí emerge, inevitablemente, el nicotinado esbozo de Joaquín Vidal.
Si la experiencia ha terminado por confirmarme la miserable condición del ser humano, llevarla al ámbito taurino es elevar esa miserabilidad a la enésima potencia. El Toro vive asfixiado por unos alrededores donde hieden los siete pecados capitales, donde la bondad es la desprotegida excepción sobre la que trepa el orgiástico y bastardeado indecoro de la más baja canalla, donde hasta el olor a podrido lograría disimular la putrefacta atmósfera en que se dirime esta enfangada mentira.
Para poner de relieve esta evidencia, Joaquín Vidal nos ofrecía el sagaz prisma de un observador al que la narración se le acodaba en el tintero. Tras su feroz aspecto de registrador de la propiedad, la pluma se le deslizaba con la acrobática limpieza de quien pasa a limpio un milagro. Sus ojos, atrincherados tras el ópalo vitral de unas gafas de pasta alcanzaban a ver hasta el tuétano de las intrahistorias de alpargatazo y coñac, de clavelón y zurrapa, de gloria y bosta.
En él el costumbrismo era sólo la pátina sobre la que desplegaba un dominio de la sintaxis que coqueteaba con la poesía más bohemia.
A sus detractores, fundamentalmente tarados de prosa y agudeza así como ahítos de podredumbre y envidia, se les abrían las carnes viendo con cuánto ingenio, desembarazo y sagacidad Vidal pasaba revista a la plana mayor del tenderete. Es entonces cuando le acusan de ignorante y profano. Cargan contra él su acrimonia y su enojo. Y no sólo los cagatintas lampantes al estilo Arévalo, Menguado y demás postulantes. También promotores de Dios sabe qué, eructaban contra él su gangoseado acento.
Pero él nunca puso precio de salida a su artículo. Vivía su afición desde la higiene de un tendido que le suministraba su periódico y que no se preocupó jamás de pordiosear. Nunca se mezcló con la marranalla que enturbia el zigzagueo de la tinta, limitándose a erigir su pose de profesor de reválida para dar fe de lo que es en esencia una tarde de toros. A él le debemos la más perfecta semblanza de los Toros en su final de siglo. Ese espejo que su talento ponía enfrente del negocio para hacer patentes las taras de un colectivo que ha terminado llevándonos al espigón en el que hoy hacemos equilibrio.
Le recuerdo al raso, espectral y categórico, levantar acta de un festejo anegado y gris donde lo más torero era su imagen inquisitorial y zumbona parapetándose de una cólera de nubes entre un chubasquero inveterado y un paraguas redentor.
Tras una impresión como esa, lo único que deseaba al día siguiente era llevarme su crónica a la boca como un pan lustroso y vivífico.
                                                                                                              Francisco Callejo
Fuente:http://lacharpadelazabache.com/2011/11/27/la-critica-a-la-intemperie/comment-page-1/#comment-11774

martes, abril 10, 2018

LA VERÓNICA LITERARIA


Clarines, negro zahino sobre el albero, 
Trotar, aplausos, derrote, olor a quemado. Mi 
hora, mi momento. ¡TORO EH¡, mi corazón, 
más rápido que su zancada,bufa, me queda corto, 
MIEDO. Vuelvo a la cara, blanco, le cito
¡VENTE!, la pata "p'alante", como decía 
mi abuelo. Le tiro los vuelos, quieto,
 por mi madre, quieto, por mi hermana,
quieto, por mi hambre y sobre todo, 
por mi MIEDO. Pasa, OLÉ, y vuelve, 
y quieto y miedo.  
                                                                                         Autor: Francesc del Castillo

Micro relato ganador del concurso realizado por Tendido de Sol, programa radial de la emisora Onda Diamante 98.4 FM, que dirige nuestro amigo Enrique Martín Muñoz, con la inmejorable colaboración de Gloria Cantero Martínez, Sergio Gonzalez, José María Pérez Marín y David Cajigas.
 
Programa, que en esta oportunidad tuvo como invitado al matador de TOROS Gregorio Tebar Pérez ("El Inclusero", opositor a cátedra en términos de don Joaquín Vidal Vizcarro), con quien Enrique Martín Muñoz da un repaso a los conceptos fundamentales del toreo de siempre, al cual el taurineo  imperante, ha sacado de tipo, para decantarse por un "toreo" sin TORO, eso sí, monótono, vulgar y ayuno de emoción. 
Motivo por el cual recomendamos altamente su escucha, a través del siguiente enlace: 
 Gregorio Tebar " El Inclusero", toreando en la Plaza de Acho, año 1992.
* La foto de la cabecera, pertenece a Antonio Ordoñez, dando una Verónica rodilla en tierra, a un toro de Carlos Urquijo, en la Feria de Abril de Sevilla del año 1969. (Fuente : El Ruedo, Año XXVI. Madrid, 22 de abril de 1969. — Nº 1296).

martes, abril 03, 2018

DIEGO PUERTA, VALOR ESPARTANO ANTE MIURAS: FERIA DE ABRIL DE 1960

"Diego Puerta(...),después de haber sido volteado aparatosamente,con impresión de cornada mortal, dos veces por un toro de 593 Kg, que llevaba en los cuernos sangre de dos caballos, se volteó sobre el morrillo y lo mató de extraordinario volapié"
                                                    Sevilla : Día 30 de abril de 1,960.
Cartel: Curro Girón, Diego Puerta, Antonio Cobos y Ángel Peralta.
Toro "Escobero" de Miura, de 593 kilos  
"Cuando salimos de la Plaza de la Maestranza tras la cuarta de Feria, sólo había un nombre en los labios: Puerta. Diego o Diegüito Puerta. Hemos dicho en los labios; mejor se diría en las gargantas, pero hecho un nudo de emoción. Había toreado fuera de serio, y sobro todo habia tenido un gesto, que le llevó a la enfermería donde don Antonio Leal y su equipo le recibió, aplaudiéndole y tirándole el sombrero a los pies, mientras  "Angelete" daba la vuelta al ruedo, temblorosa su enorme humanidad de emoción, con la oreja del triunfo en la mano y de los tendidos caía la catarata de la ovación interminable (...)
Diego Puerta, pequeño, débil, con muchas cicatrices en el cuerpo, después de haber sido volteado aparatosamente, con impresión de cornada mortal, dos veces por un toro de 593 Kg, que llevaba en los cuernos sangre de dos caballos, se volteó sobre el morrillo y lo mató de extraordinario volapié, siendo herido por el asta izquierda en el cuello por donde pasa la yugular. El toro cayó hacia la derecha y Puerta hacia la izquierda. Pero Dios veló este gesto de valor, y el torero, terriblemente castigado, volvió a la plaza a bregar hasta el último instante, junto a sus compañeros.
Con el gesto culminó la faena. Pero la faena había tenido lugar, larga y completa, para un toro que, como Miura, aprendía a cada pase y cada vez se resistía más a pasar. Con la derecha y con la izquierda, Diego lo hizo pasar, quieto y pinturero. Y por ambos lados acabó siendo cogido por un toro que, entre otras cosas, habla dejado sobre la arena a un caballo.
                        Angel Peralta clavando banderillas a un toro de Sánchez Cobaleda, en puntas y acometiendo como un rayo
Fuente: Parte de la crónica de Don Celes, en la Revista El Ruedo. Año XVII - Madrid, 5 de mayo de 1960 - Nº 828

"En la enfermería el personal médico, admirado del valor de Diego Puerta, lo recibió con una ovación.
“Hace tres horas que terminó esta corrida de otros tiempos. Aún estoy vibrando de una emoción que si era desconocida por la mayoría de los espectadores que la sintieron en la plaza, para mí era un reverdecer de la que sentí en mi juventud cuando había toros de 600 kilos fieros y poderosos, y toreros valientes como Diego Puerta, que no se impresionaban ante el poderío y la fiereza”.
Fuente: En ABC, lo escribió Antonio Díaz Cañabate.

                                             Algunos videos del gran Diego valor