EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

miércoles, enero 23, 2013

Evolución natural o mutación dirigida, ¿Darwin o Frankenstein?


Si algunos vieran en que se ha convertido esto...
Uno de los argumentos que ofrecen los taurinos para defender la solidez del espectáculo taurino con que nos pretenden divertir, que no emocionar, es eso de la evolución, de que todo avanza y el toreo no podía ser menos. Pues vale, aceptamos pantomima, murga, farsa, carnaval, fraude, trampa, circo, engaño, abuso, show, algarabía, choteo, chotada, festival y todos los términos que se les puedan ocurrir, cómo sinónimo de Fiesta de los Toros. Qué remedio, habrá que claudicar a la evolución y al progreso e incluso me declaro sincero y fiel seguidor del progreso. ¡Ea! Ya lo he dicho.

Pero cuidadito, no se me embalen, ni se me crezcan los señores taurinos 2.0, no confundamos las cosas. La evolución supone, evidentemente, un cambio del estado o características de lo evolucionado. Y si algo ha cambiado, que no sé si decir progresado, eso son las formas de encuentro entre el toro y los celtíberos. Que hace casi doscientos años le pusieron un palo  aun trapo blanco y se acababa de inventar la muleta. Qué tuvieron que pasar unas cuantas décadas hasta que a un señor se le pasó por la cabeza lo de reglamentar lo que ya era uno de los divertimentos de mayor aceptación, y que ya que estaba, pues hasta se metió a diseñador de trajes de luces. Hace casi un siglo a otro le pareció mejor que los caballos salieran al ruedo cuando ya estuviera el toro en él, mientras otro empezaba a enroscarse a los animales a la cintura. Luego los caballos con faldas, las faenas con pases ligados, la quietud y un perfeccionamiento en lo del arte y la lidia, pero siempre teniendo como centro de todo al toro.

Y nos presentamos en los albores del siglo XXI, finalizando el XX, cuando se produce el gran cataclismo, la Tierra cambia el ángulo de inclinación 180º, lo que da origen a una terrible mutación en la Fiesta. El toro pasa a ser un mero acompañante y es el torero quién se convierte en el eje del Mundo. El arte, la tele, los ganaderos, el público, todo tiene que estar sometido a los designios que marquen los toreros. Aquí es dónde yo encuentro el quiz de la cuestión entre lo que unos llaman evolución, pero que yo creo que más bien se puede llamar mutación. Que esto no quiere significar únicamente que a una oveja le crezcan dos cabezas. También se le puede aplicar a que un animal cómo es el toro de lidia, pase de ser fiero a estar rayano en la docilidad, que la fuerza y la bravura dejen paso a la nobleza bobona o que la presencia imponente se convierta en un adefesio con vendas en los cuernos. Pequeños matices sin importancia.

El punto de partida de una mutación natural en ocasiones ha sido un cambio brusco de la climatología en un medio, la influencia de un elemento no presente hasta ese momento, una radiación ultravioleta de los sínforos de los heptocarotégenos de la vainilla o, simplemente, el capricho de unos señores, que a fuerza de hacerle más confortable la vida a los toreros, van eliminando caracteres ya fijados en el toro, sustituyéndolos por otros más propios de animales de granja o de película de dibujos animados. El resultado es que un rito, un espectáculo o cómo quieran denominar a las corridas de toros, deja de ser lo que era y pasa a ser un engendro extraño, en el que sólo sobreviven la indumentaria, la música, la merienda, las pipas y el nombre, que a buen seguro debería modificarse para evitar desagradables equívocos entre los aficionados a aquello que fue y que ya no es.

Lógicamente, todo esto influye en todos los elementos que integran la Fiesta y que sin saberlo también se prestan a eso nuevo, que quizás sea la Tauromaquia 2.0. Lo de la vergüenza torera y el orgullo de ser matador de toros suena a chiste, pues estos mismos han optado por la opción de ser artistas, figuras, profesionales o mandones. Lo que viene a significar que unos señores crean un círculo cerrado en el que no es posible entrar a no ser que ellos lo permitan, apropiándose de todo lo que se les ponía por medio, sin poner cuidado en intentar conservar los valores históricos que siempre han presidido el toreo. Así no nos debe extrañar que alguno de los elegidos decida que un supuesto compañero actúe con él o no, sin importarle que restarle actuaciones a los demás. Han desarrollado un sentido muy particular de la soberbia, tildando de ignorante a quién no entiende su numerito danzante.

Estos profesionales han exigido y forzado a los ganaderos a crear un prototipo de toro más propio del doctor Frankenstein, que de criadores de toros de lidia. Los ganaderos de bravo son testigos y víctimas de un sistema sin honra que permite que un empresario les apalabre una corrida varios meses antes de que se inicie la temporada, negándosela a otras plazas, pues nada vale más que la palabra dada. Incluso a fuerza de perder uno sus buenos duros, pero el compromiso no tiene precio, nada por encima del nombre de uno. Pero claro, esta modernidad sí que consiente que esos gestores de una plaza, pongamos la de Bilbao, decidan en el momento de poner el dinero que ese hierro no se anunciará en su plaza, una de las consideradas todavía serias. Pues nada, a un ganadero de Trigueros se le dice que se lo han pensado mejor y si los toros se quedan en el campo, pues mala suerte.

Una mutación que ha acabado con todo lo que no signifique negocio, dinero, comodidad y beneficios. Lo mismo que pasa con algunos toreros y cuadrillas, que si hace falta se va por menos de lo estipulado y así le quitamos el puesto a otro. Por un puñado de euros permiten que no se puedan ver los toros en aquellos rincones del país desde los que no es factible acudir a la plaza. Un señor lo mismo puede se apoderado, ganadero y empresario a la vez. Los toreros se alistan en las filas de los antitaurinos y protegen las corridas sin sangre o igual se lían un día la manta a la cabeza y se apuntan a matar seis toros ellos solitos, más pensando en contarlo que en hacer algo importante. Todo esto no habría sido posible si esto hubiera seguido una evolución lógica, pero ya sabemos que esto es una mutación dirigida, un monstruo de Frankenstein con fundas en los pitones, medias rosas y esa alarmante falta de afición.

2 comentarios:

  1. Así está la fiesta cargada de superficialidad ventajista,sin toro,sin arte,sin emoción que justifique lo que llaman lidia.
    Desde Surco.

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  2. Nos queda fuerzas para luchar: adelante, con ànimo, TODOS!
    Eso es el precio de la victoria de la corrida integra, contra la fiesta circo que mata toda afición.

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