EL EJE DE LA LIDIA

EL EJE DE LA LIDIA
"Normalmente, el primer puyazo lo toman bien los toros, y si ése fuera el único del tercio, todos parecerían bravos. En el segundo ya empiezan a dar síntomas de su categoría de bravura. Y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no. En el tercer puyazo casi todos los toros cantan la gallina, se suele decir". JOAQUÍN VIDAL : "El Toreo es Grandeza". Foto: "Jardinero" de la Ganadería los Maños, primera de cuatro entradas al caballo. Corrida Concurso VIC FEZENSAC 2017. Foto : Pocho Paccini Bustos.

domingo, noviembre 11, 2012

TORERISTAS: LO PRIMERO ES EL TORO


Basta ya de mentiras: lo primero es el toro y luego el torero.
TORO CUADRI
La mayoría de los males de la fiesta actual en nuestro país son una consecuencia de la falta de emoción, debido al mediotoro (o cuarto y mitad) que sale en la mayoría de las plazas y que imponen sobre todo las figuras y los taurinos. Muchos aficionados tenemos cada año que irnos a Francia a recibir unas periódicas transfusiones de emoción y de afición, sobre todo en plazas no muy grandes, donde ni los taurinos ni las figuras hacen los carteles, sino los aficionados, buscando encastes y ganaderías difíciles, de las que muchas están en peligro de extinción, porque casi ningún taurino las quiere aquí.
Muchos de estos franceses, que se han asomado a la tauromaquia no hace mucho tiempo, han descubierto la belleza y la emoción que tiene una suerte de varas bien ejecutada, que es justamente donde se prueba la importancia del toro, en cuanto a bravura (o mansedumbre) y sobre todo en cuanto a su poder, es decir su fuerza. Y recuerdo que no hace mucho, cuando comenzamos a asistir y a descubrir la fiesta en el país vecino, se entregaban a la entrada de algunos cosos galos unas hojas donde se explicaba a los neófitos aficionados la importancia de la suerte de varas para conocer al toro protagonista indiscutible del espectáculo y a partir de ahí poder juzgar la labor de los toreros, de forma que, si el toro no era tal, lo que hiciese después el torero tenía mucha menos importancia y no debería ser premiado con benevolencia. Por el contrario, en los casos de toros poderosos y complicados, algo que se debería poder detectar en los dos primeros tercios, que para eso están, todo lo que hiciesen después los toreros sí debería ser premiado, sobre todo por su dificultad y riesgo ante un antagonista fuerte y peligroso. Y por encima de todo, la suerte suprema, pie- dra angular de la tauromaquia y único momento en el que el matador le pierde la cara al toro, en la que se debería entrar por derecho y por arriba, buscando el hoyo de las agujas y jugándose la cornada. Y si la estocada cae baja es que algo se ha hecho mal y no debe haber premio alguno para el matador. Por todo esto, que es y ha sido durante siglos la esencia de la tauromaquia, los aficionados franceses actuales ven la fiesta de forma distinta a lo que lo hacen la mayoría de espectadores españoles. Es estremecedor y pone la carne de gallina escuchar allí las ovaciones dadas a ciertos picadores, simplemente al salir al ruedo, si en una actuación anterior estuvieron brillantes. Aquí, justo lo contrario. Se les ovaciona por no picar, especialmente cuando simulan la suerte de varas ante moribundos.
No creo yo que sea ésta la manera de ver la fiesta que tienen actualmente las figuras ni los taurinos aquí. Aquéllas, actualmente, sólo buscan su comodidad, lo fácil, toros que no les creen problemas y eso, que podría ser hasta disculpable a veces, al tener que prodigarse casi a diario debido a sus numerosos contratos, no les exime de que para demostrar lo que son, es decir figuras, al menos unas cuantas tardes y en plazas importantes deberían apuntarse a torear esos encastes que no quieren ni ver y que los dejan para otros más modestos, que tienen que salir a jugársela cada tarde y por salarios mucho menores. Esos toreros que este año, en muchas plazas francesas, han demostrado con sus triunfos la verdad del toreo cuando hay un toro toro en la arena, casos de Fernando Robleño y Javier Castaño, por ejemplo. Y por contra, los aficionados franceses han rechazado recientemente a ciertas figuras, que se han aliviado buscando un toro bobalicón, sin fuerzas, que perdía la vertical a cada paso, simulando la suerte de varas para mantenerlo en pie como simples y vulgares enfermeros, como suelen hacer aquí. Y por eso, El Juli, máximo exponente y cabeza visible del escalafón, al igual que algunos otros de sus compañeros del grupo especial, se ha enfadado por algunas de las críticas recibidas últimamente, tras una mala actuación en Francia y con toros impropios de lo que debe exigirse a una figura como él, arremetiendo contra todos y especialmente contra André Viard, un ex-matador francés que no tuvo mucha fortuna, pero que mantuvo siempre su dignidad torera, ahora metido a crítico y escritor taurino, en la que, tras declararse admirador suyo, le echa en cara su falta de implicación en lo que la fiesta debe tener de verdad, el toro, que es lo que van buscando en Francia.
Pero aún es más gracioso escuchar a cierto político, nominado digitalmente por el actual ministro de Cultura como presidente de la nueva Comisión de Asuntos Taurinos para arreglar los problemas de la fiesta, creando un plan de fomento y protección de la Tauromaquia, decir que “los franceses no nos pueden dar lecciones” ¿Sabe usted de qué habla? ¿Está usted seguro de lo que dice? Pues nosotros le decimos que arreglar esto es muy sencillo, tal como intentan hacer en Francia. Que salga el toro toro (el que aguante las varas de rigor, no los picotazos simulados) y que las figuras lo toreen o al menos lo intenten. Y también incluímos aquí al fenómeno o “Mesías” José Tomás. Así ha sido siempre. Y el que no sea capaz, ya sabe, a casita. Pero basta ya de mentiras.


Fuente: La Voz de la Afición. Boletín de la Asociación El Toro de Madrid. Nº 41, Octubre de 2012.

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